vía: LA tercera.com
Ya no se habla de moralejas, princesas inocentes y brujas malvadas. Los libros que hoy abundan en los catálogos de los colegios, y que los niños devoran, ofrecen personajes cercanos, con vicios y virtudes, y temáticas como la separación de los padres, el sida y la tolerancia. Los establecimientos también cambian sus formas de evaluar los textos: ya no hay pruebas ni necesidad de memorizar los detalles de la vida de los personajes.por Elizabeth Simonsen - 12/07/2009 - 12:43
"Erase una vez una niña llamada Caperucita, de la cual se han hecho cientos de versiones de su cuento. Sin embargo, ella no conocía ninguna, porque odiaba leer".Así comienza el libro Pepito y sus libruras, de Pepe Pelayo. La historia continúa cuando Caperucita decide tomar el camino más largo para ir a ver a su abuela y se encuentra con el lobo "vestido de traje azul marino y corbata roja, con un portafolio negro en la mano y cara de yo no fui" (sic):
-Yo soy Inspector de la Superintendencia de Bosques y Zanjas y estamos haciendo una encuesta, ¿puedo hacerte unas preguntas?-No.
-Pero, fíjate, podrás participar en un sorteo y ganarte una semana de vacaciones en un hotel de tiempo compartido.-¡Córtala, Lobo! ¡Déjate de tonterías, que yo sé quién eres!
En la historia, la Caperucita no es la niña inocente a la que engañan: es ella quien salva a su abuela de las garras del lobo, para lo cual le abre el estómago con un cuchillo y luego le cierra las heridas y lo echa de la casa.
Los textos infantiles actuales ya no tratan sobre la inocencia perdida ni dan lecciones sobre el bien y el mal. Las hadas perfectas y brujas malvadas son reemplazadas por personajes con defectos y virtudes; los finales felices por otros más realistas y las moralejas por una invitación para que los lectores, niños con cada vez más información, saquen sus propias conclusiones.
Así también ya no hay príncipes azules o duendes, pero sí niños que pierden sus dientes; menores que deben aprender a controlar sus esfínteres; y adolescentes que lidian con el divorcio de los padres, el sida o la guerra en la Franja de Gaza.
Es la evolución de la literatura infantil, que los colegios y profesores aplauden y, con mayor razón, los niños. "Con estos temas, los alumnos se motivan mucho, los encuentran cercanos y los comentan", dice Lenka Delgado, coordinadora del ciclo básico de Lenguaje del colegio Cumbres.
LA BLANCANIEVES MODERNA
La literatura es un reflejo de la sociedad y así como ésta ha cambiado, también lo han hecho los libros. Mientras la sociedad dejaba de considerar a los niños como sujetos sin derecho a participación, a quienes, sin embargo, había que preparar para la vida, la literatura hoy coloca a los niños como protagonistas centrales.
"La sicología del desarrollo nos ha enseñado las etapas que van pasando los niños y esas temáticas son incluidas en la literatura", opina Anamaría Rivera, editora infantil de Alfaguara.
"La sicología del desarrollo nos ha enseñado las etapas que van pasando los niños y esas temáticas son incluidas en la literatura", opina Anamaría Rivera, editora infantil de Alfaguara.
Así, son motivo de inspiración el control de los esfínteres, a los 3 años; los miedos infantiles, a los 4; la pérdida de los dientes, desde los 5 ó 6 años; y los deseos de independencia de la adolescencia. A ello se agregan temáticas relacionadas con los derechos de los niños, la biodiversidad y la tolerancia.
"Cambia el lenguaje. No está la visión didáctica y ejemplarizadora de la sociedad. En vez de señalar cómo debe ser la sociedad, se habla de cómo es ésta", dice Claudio Aravena, de
Fundación La Fuente.
Si bien en muchos casos permanecen los temas de fondo -como el amor en Blancanieves y los celos de las hermanas de La Cenicienta-, hoy los libros no buscan adoctrinar, por lo que los personajes no son completamente buenos o malos, sino personas cercanas, con defectos y virtudes. "Los niños juegan un rol central en la sociedad, por lo que los autores escriben como si fuesen un niño más y no desde un pedestal, como sucedía antes", dice Mauricio Paredes, autor de Ay, cuánto me quiero.
Si bien en muchos casos permanecen los temas de fondo -como el amor en Blancanieves y los celos de las hermanas de La Cenicienta-, hoy los libros no buscan adoctrinar, por lo que los personajes no son completamente buenos o malos, sino personas cercanas, con defectos y virtudes. "Los niños juegan un rol central en la sociedad, por lo que los autores escriben como si fuesen un niño más y no desde un pedestal, como sucedía antes", dice Mauricio Paredes, autor de Ay, cuánto me quiero.
A diferencia de La Caperucita Roja que, en la versión de Charles Perrault, muere en las fauces del lobo, el personaje principal de Ay, cuánto me quiero es un niño egoísta, que descubre, acompañado por su vecina, el valor de la amistad, sin pasar dolorosas lecciones en el proceso.
"Temas como el divorcio o la muerte son tratados como problemas cotidianos, que son parte de la vida. Los menores se sienten identificados con los protagonistas", opinan Rebeca Domínguez y
Carmen Paz Hernández, de Fundación Había Una Vez. Como dice Paredes, se tratan los temas serios restándoles gravedad, pero no importancia.
leer completo aquí
No hay comentarios:
Publicar un comentario