Desde: Lectura LAB
El misterio se transforma en miedo cuando se dan cita antagonistas (seres maléficos, fantásticos o sobrenaturales) que causan angustia y ansiedad a los personajes y que suponen una seria e inquietante amenaza para ellos. El lector también reconoce este peligro como tal, lo experimenta de una forma directa y cobra intensidad frente a él, al sentirse implicado en la acción.
En la narrativa de miedo y terror el autor busca despertar la ansiedad del lector y provocar en él inquietud o desasosiego, ya sea procedente de la violencia, de un terror psicológico o de un miedo sobrenatural.
¿Qué valoramos en estas obras?
Las amenazas: que surjan de forma gradual para percibir los riesgos y consecuencias y que crezcan en intensidad para dar tensión al relato.
Los acontecimientos: que las situaciones de terror se sucedan con altibajos, con crestas y mesetas respecto al conflicto y no de una manera plana.
La tensión narrativa: que el enfrentamiento de las fuerzas en pugna tenga la tensión e incertidumbre suficiente para no decantarse de antemano hacia un lado y que los progresos de unas y otras estén justificados y no sean gratuitos.
El ambiente o atmósfera: que la acción y los personajes estén envueltos en una atmósfera oportuna que aporte intensidad al devenir de los acontecimientos: ambientes propicios al miedo, que despierten en el lector sensaciones y sentimientos acordes a la acción.
Las circunstancias: que los escenarios y contexto en el que se mueven los personajes refuercen la sensación de abandono, debilidad, confusión o pérdida de la seguridad que les convierten en víctimas y resulte verosímil la amenaza que cae sobre ellos.
La implicación del lector: que el autor provoque inquietud y desasosiego en él, despierte su ansiedad; que sea hábil y le ofrezca pistas pero que deje, a la vez, espacio para que éste observe y especule.
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