Cuento en cinco minutos
Por Miguel Calvo Soto
Maestro de Primaria y miembro del Colectivo Aula Libre
A veces le damos demasiadas vueltas al proceso creativo. O bien, sometemos al alumnado a la experiencia traumática de enfrentarse al folio en blanco, con la acuciante solicitud de concluir una historia, un producto final, sin ningún tipo de apoyo, creando de la nada. En la siguiente experiencia, en una clase de primer ciclo de E. Primaria, se construye una historia en cinco minutos, en realidad bastante más, si tenemos en cuenta la preparación, la introducción y varios intentos, hasta que nos salió un producto aceptable para el grupo, y el trabajo posterior. El resultado, puedes leerlo a continuación.
El proceso creativo
1. Nos dotamos de una grabadora portátil. Nos aseguramos que tuviera pilas y cinta y que funcionara perfectamente. Todo ello delante de la clase. La expectación ya estaba creada. La curiosidad rodeaba de cerca toda la operación “¿Qué vamos a hacer?”, “¿esto para qué es?”, “yo en mi casa...”, “se aprieta ese botón y...”, “¿vamos a hacer de periodistas?”, “¿qué vamos a entrevistar a alguien?”...
2. Creamos un clima: Contamos un cuento breve. Hicimos un juego de distensión, en el que se soltaron unas risas y algunas tensiones. Un pequeño ejercicio de relajación. Un fondo musical...
3. Dimos unas sencillas instrucciones: “Yo empezaré una historia y cada una de vosotras, cada uno de vosotros, añadiréis una frase, continuando la anterior, de forma que se vaya construyendo una historia. No conviene pensar mucho, diremos la primera frase que nos venga a la memoria. No se puede corregir, ni criticar y además seguiremos el mismo orden en el que estamos sentados”.
4. Empezamos el proceso creativo. Hicimos dos intentos... fallidos. Las risas, el “que no se me ocurre nada”, algunos silencios, algunas críticas, historia sin sentido,... Laura, una de las que habitualmente más habla en la clase, en ese momento, se quedó bloqueada, no le salía ni una sola palabra. Le dimos la oportunidad de abandonar por un rato el grupo y ver como lo hacían los compañeros, quizá se le hubieran acabado las palabras y hasta que fabricara más necesitaba un descanso, y cuando se sintiera capaz de hacerlo que volviera al grupo. Al poco tiempo recobró el habla. La felicitamos por ello y volvimos a empezar, en esta ocasión la historia venía rodada, como si estuviera en el ambiente y solo tuviéramos que darle voz. La grabadora iba pasando de boca en boca, en dos rondas tuvimos la historia acabada. No duró ni cinco minutos este proceso creativo
5. La escuchamos. Nos felicitamos por el resultado. “¡Qué bonita!” “Ponla otra vez”
6. La escribimos en la pizarra. Al escribirla, corregimos, algunos titubeos, algunas incorrecciones gramaticales. La leímos. Volvimos a corregir alguna frase, por consenso, y la dimos por concluida, tras algunas pequeñas discusiones de si Olvido era niña o niño o si era mejor recordar sin olvidar que olvidar sin recordar, los juegos de palabras, las paradojas, los sinsentidos, los disparates,... nos ayudaron a pensar
7. ¿Qué hacemos con nuestro cuento?. Lo copiaron en su carpeta personal, lo adornaron con dibujos y colores, para el libro creativo que haremos individual. Ni una sola queja, ni un solo remolón. “Yo no me voy hasta acabarlo de escribir, que me lo quiero llevar a casa”. No parecía suficiente, “lo ponemos en el ordenador, para la revista, para el periódico, para algún libro,..”. “¿Y si lo ponemos en nuestra página web?”. “Sí, en el capítulo de los cuentos”. Así lo hicimos, ese cuento que tampoco nos había costado hacer, y del que tan orgullosos nos sentimos, está a tú disposición en http://www.educa.aragob.es/cpvillas/inicio.htm junto a otros logros colectivos. Luego, como ya lo tenemos grabado, nos servirá para emitirlo por la radio. “Pon el cuento otra vez” Y no se cansan de escucharlo y se señalan unos a otros cuando se oyen la voz. “Pon el cuento otra vez, que estaremos muy callados”. Y en silencio siguen señalándose y sintiéndose orgullosos de su obra. “¿Cuándo haremos otro?”
Resultado:
Cuento
Olvido
Olvido
No recordaba nada.
No sabía leer.
No sabía escribir.
No sabía dibujar.
No hacía ni un garabato.
Se encerró en casa.
No salía.
No veía a nadie.
Se aburría.
Y llovió.
Y granizó.
Y nevó.
Y tronó.
Y tuvo miedo,mucho, mucho miedo.
Y se miró hacia adentro.
Y empezó a recordar.
Y miró alrededor.
Y recordó más.
Y leyó.
Y recordó lo suyo y lo de otros.
Lo recordó todo.
Lo pasado, lo presente, lo futuro.
Olvido se hizo sabio.
Quizá por eso
volvió a olvidar.
“Los Canguros”
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