Olga por tu tiempo y buena voluntad, muchas gracias.
“Pétalos secos de flores, boletos de micros y esquinas dobladas nos indican el lugar donde interrumpimos la lectura. Y no teníamos conciencia de que hace cuatro siglos alguien había inventado un objeto específico para cumplir esta función.
Marcapáginas es el nombre común, también conocido como marcalibros, separadores de libros y otros. En la RAE sólo hemos de conformarnos con una de las acepciones del vocablo “registro”.
Como lectora empedernida y compradora compulsiva de libros. Como bibliotecaria de profesión, siempre han llegado a mis manos estos rectángulos de cartón (forma tradicional o más común de los mismos) que por algún motivo desconocido almacenaba en mi velador. Cuando la curiosidad fue más fuerte convertí a los marcapáginas en mi objeto de culto. En cuatro años aumente mi colección de 90 a 7.000 unidades. De sólo tener ejemplares nacionales, en la actualidad mantengo de otros 40 países.
Todo esto lo he conseguido gracias al intercambio realizado con otros coleccionistas, los cuales he contactado gracias a internet. Sin esta tecnología no habría descubiero el mundo maravilloso que hay detrás de cada marcador; fotografías, diseño, imaginación, publicidad, información, turismo, literatura, conocimiento, marketing y tantas otras cosas que se pueden ver reflejadas en estas, a veces, pequeñas obras de arte.
Son una herramienta que como bibliotecarias podemos ocupar en nuestras unidades de información para promover todo lo que necesitemos. Solo basta con tener las ganas.”
Marcapáginas es el nombre común, también conocido como marcalibros, separadores de libros y otros. En la RAE sólo hemos de conformarnos con una de las acepciones del vocablo “registro”.
Como lectora empedernida y compradora compulsiva de libros. Como bibliotecaria de profesión, siempre han llegado a mis manos estos rectángulos de cartón (forma tradicional o más común de los mismos) que por algún motivo desconocido almacenaba en mi velador. Cuando la curiosidad fue más fuerte convertí a los marcapáginas en mi objeto de culto. En cuatro años aumente mi colección de 90 a 7.000 unidades. De sólo tener ejemplares nacionales, en la actualidad mantengo de otros 40 países.
Todo esto lo he conseguido gracias al intercambio realizado con otros coleccionistas, los cuales he contactado gracias a internet. Sin esta tecnología no habría descubiero el mundo maravilloso que hay detrás de cada marcador; fotografías, diseño, imaginación, publicidad, información, turismo, literatura, conocimiento, marketing y tantas otras cosas que se pueden ver reflejadas en estas, a veces, pequeñas obras de arte.
Son una herramienta que como bibliotecarias podemos ocupar en nuestras unidades de información para promover todo lo que necesitemos. Solo basta con tener las ganas.”
su blog: http://puntodelectura.blogspot.com/
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